En un consultorio médico se atienden dos tipos de pacientes, los crónicos y los agudos. Los primeros tienen síntomas o problemas de larga duración (semanas, meses, o años). Los segundos llevan horas o días enfermos.
Cuando un paciente acude por problemas crónicos, la primera parte de una consulta homeopática es similar a la de una consulta clínica convencional. El médico interroga al paciente por los motivos de la consulta, por las características detalladas de sus problemas, su historia y sus posibles desencadenantes. También inquiere acerca de los tratamientos realizados, los medicamentos que el paciente recibe y todos los antecedentes de salud personales y familiares pertinentes.
La principal diferencia reside aquí en la importancia que el homeópata da a detalles acerca de qué factores agravan o alivian los síntomas, elementos semiológicos llamados modalidades, las sensaciones y los síntomas accesorios que acompañan a los principales. Así, por ejemplo, un dolor puede ser punzante, agravarse por el movimiento, mejorarse por la presión y las aplicaciones frías, y estar acompañado de náuseas, cara roja e irritabilidad. Otro dolor es ardoroso y paradójicamente mejora por aplicaciones calientes, aparece a medianoche y se acompaña de inquietud que saca al paciente de la cama. Toda esta información resulta decisiva para la elección de un tratamiento adecuado.
En una segunda parte, propiamente homeopática, el médico pregunta por una serie de características personales, tanto generales como psíquicas. Entre otras cosas, se indagan minuciosamente detalles del sueño, la transpiración, la sensibilidad al clima, las temperaturas y otros factores externos; la función digestiva, deseo, aversión e intolerancia a diversos alimentos; agravaciones horarias; cambios generales y anímicos relacionados con las menstruaciones. Finalmente, el homeópata preguntará al paciente acerca de sus estado de ánimo actual, de cómo son su forma de ser y su carácter o personalidad, y acerca de acontecimientos traumáticos del pasado que pudieran haber sido desencadenantes o estar relacionados con la enfermedad y padecimientos actuales.
A continuación, el homeópata examina al paciente de la misma manera que cualquier otro médico y evalúa los estudios de laboratorio e imágenes que el paciente haya realizado. Con toda esta información intentará hacer un diagnóstico clínico y sugerir un tratamiento. Si lo considera necesario, solicitará nuevos estudios o interconsultas. Es habitual que una primera consulta con un médico homeópata insuma entre 40 y 60 minutos.
Cuando se trata de un problema de salud agudo, la consulta homeopática es más breve. El interrogatorio se limita al problema actual y sus antecedentes inmediatos. El examen físico es esencial para un correcto diagnóstico y tratamiento.
Desde el punto de vista homeopático, lo que el médico busca son indicadores del tratamiento más adecuado. Para la investigación más precisa de estos indicadores, hoy se recurre a las herramientas que provee un tipo especial de estadística, llamada bayesiana. La información proveniente de esta investigación es más útil para el homeópata que la que se obtiene de los ensayos clínicos tradicionales.
El homeópata necesita del diagnóstico clínico de la misma manera que cualquier otro médico. Este es el principal motivo del porqué la homeopatía debe ser utilizada sólo por médicos, odontólogos y veterinarios. Un buen diagnóstico permite establecer un pronóstico y decidir cuáles son los abordajes más apropiados para cada caso: cambios en los hábitos de vida, dieta, ejercicio, fármacos convencionales, cirugía, tratamiento psicológico, etc., incluyendo la homeopatía, que es compatible y puede complementarse con los anteriores.